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Te mentí, me dejaste hacerlo

Hola habitación, por última vez saludo nuestro pasado, reverberan sonidos comunes a nuestro andar, la última vez que lo hacen, acá mi habitación camaleón se torna rojiza, esos tonos de traición, los rincones y los recuerdos, las paredes mudas aún, mi habitación dibuja mi estar, aquí y ahora en las ráfagas de angustia que desmoronan su paz, te saboreo por última vez antes de cerrar tu puerta, el ventanal donde dijimos tantas verdades, la nostalgia no es sólo mía y tú lo sabes, derramar las palabras como tantas veces me has visto hacerlo para ti hoy es un deleite ansiado, somos cómplices, refugio y refugiado, somos dos y uno en los recuerdos, el humo, los cigarros, las bebidas, los ungüentos, las horas malgastadas y las risas desperdigadas, tanto aquí en mi habitación, a la que hoy digo adiós, las paredes marchitas y los números de años dibujados en tu ausencia, al parecer nos quitan el uno al otro, marchita ya pareces, mi habitación camaleón, cambiabas de color cada vez que te lo anunciaba el corazón, resacas, dolores y desamores que jamás nadie vio, gracias por guardar tu confesión, muda y en silencio me anuncias tu marchitar, cada vez que no nos vemos los quejidos de la noche resuenan en las ventanas, míralo una vez más, los ojos que dictan la verdad, te quedas sola y desaparecerás, quizás a quién vayas a confortar, te pido, no olvides mi andar, por tus paredes mi perfume se mantendrá, cambia una vez más y déjame ver los hilos del pasado cual tela que hay que rasgar, adiós habitación, malos ojos al destino, de nuevo, jugó con los hilos que cortó en la noche fría de verano, una vez más habitación te ruego no abandones nuestro andar, adiós hoy en los pasos eternos de mis despertares y en el insomnio infinito que me permitió confesarte, no nos vemos, ni nos veremos aún más, pasado es pasado y las fibras del tiempo no retornan a su forma original, adiós habitación camaleón, en tu resonancia mi estadía se hace efímera, lo vivimos, lo escuchamos, lo sentimos, nos despedimos, en las horas de la noche como tanto nos gustaba, como quién no sabe lo que hemos escuchado y los tragos por los que nos hemos pasado, despedida y huída apremian a la rapidez del tiempo, sentado en el mismo lugar dónde estaba aquel sofá me despido con una lágrima de sangre en la mejilla y la sal acostumbrada de las despedidas, nostalgia infinita serán tus cuatro paredes y ese umbral, los recuerdos esta vez seguro estoy no me permitirán olvidar, perdón por no quedarme más habían tantas cosas que jamás podremos escuchar, no bastan las palabras tenía que haber un desconsuelo más que compartir, hasta luego, el nunca, quizás nos verá habitación…nos verá juntos en distintos planos, y reverberará el jamás entre nuestros costados.

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Para quien no quiere Llegar

Otra vez en la encrucijada de mi acostumbrada vigilia El silencio reverberando en lugar de tu compañía atemporal  y como siempre, desde mi balcón, agito la copa vacía Pero tu ausencia no escucha los ecos de este momento ideal  Tu soliloquio escurre las palabras que espero con demasía  Sigues postergando mi estadía junto a tu sitial    Porque nuestra geografía se vuelve distancia imposible de franquear Está fraguada por linderos y mares de ansiedad Se devela que no hay atajos, ni recodos para quien no quiere llegar Demuestra ese hábito tu mirada al virar lejos de mi soledad Siempre a paisajes ajenos a mi sabana suele vislumbrar Incuestionablemente la cuestión suele aflorar ¿no hace mella mi letanía en tu individualidad? ¿No acorta los pasos mi verborragia ensimismada al gritar?  No queda más que hacia atrás empezar a marchar en soledad Devolver los pasos, que, aunque perdidos, sus huellas algo nos deberán enseñar    

El silencio que te regalo

  Puede que mi silencio sea ensordecedor, sin embargo mis labios respiran suspiros que dejan estelas en la ausencia que tus ojos han surcado en mi estadía, porque las horas hablan de la ausencia y de ti Pero, esos destellos de remembranza solo hacen más pesadas las horas, las hacen de roca, pesadas, lentas...y la eternidad se dibuja en este mar de esperas, en esta hora cuando no quiero que se extinga la lumbre de tus pupilas. Con mi silencio te grito, cada día, hasta que tu decidas escribir, hasta que vacíes pensamientos en mi y el cántaro se rompa para colmar en un segundo todos los días de este erosivo silencio que mis labios han aprendido a pronunciar para ti.