Madrugada, repleta de viejos misterios decides invadir la noche, sabes bien la combinación para la secuencia inicial del alba, sabor a noche aún en tu piel madrugada, nuevas luces nuevo día, buenas suertes, malos ojos al sol, olor a brisa desvelada cabalga por tu espalda, aún sin ganas de matar la noche, madrugada, madrugada que peso traes a los párpados desvelados, aún te extraño, te recuerdo como un sueño pesado y angustioso, algo que nunca quise olvidar y que se ha quedado perdido en las páginas de este libro infinito, incapaz de encontrarte de nuevo madrugada, anuncias con cansancio la hora de vaciar las copas y llenar el cenicero, despiertas la nostalgia marcada en esas espaldas cansadas que regresan desveladas, adiós y hasta pronto, la sabiduría del alba eterno nunca fue tan amarga en mi copa quebrada, madrugada...
Otra vez en la encrucijada de mi acostumbrada vigilia El silencio reverberando en lugar de tu compañía atemporal y como siempre, desde mi balcón, agito la copa vacía Pero tu ausencia no escucha los ecos de este momento ideal Tu soliloquio escurre las palabras que espero con demasía Sigues postergando mi estadía junto a tu sitial Porque nuestra geografía se vuelve distancia imposible de franquear Está fraguada por linderos y mares de ansiedad Se devela que no hay atajos, ni recodos para quien no quiere llegar Demuestra ese hábito tu mirada al virar lejos de mi soledad Siempre a paisajes ajenos a mi sabana suele vislumbrar Incuestionablemente la cuestión suele aflorar ¿no hace mella mi letanía en tu individualidad? ¿No acorta los pasos mi verborragia ensimismada al gritar? No queda más que hacia atrás empezar a marchar en soledad Devolver los pasos, que, aunque perdidos, sus huellas algo nos deberán enseñar
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