El pasar del tiempo en la noche de idilios prohibidos y de caricias clandestinas ocultas por la madrugada, ha mostrado que el sepia no es el tono de su predilección , sin embargo es pasado, quizás algunos días olvidados, monótonos, en espera de la caída del sol, las noches de lluvia que no permitieron la trascendencia de las horas furtivas que nos regalaba un nuevo anochecer, horas que en el futuro sería un presente de arrepentimientos, sin embargo allí están los momentos que pasaron y que debían pasar, estaban presentes en nuestros presentes por una razón, la vida era para vivirla y nada más... ocurrieron para agradecer a la noche poder disfrutarlos, para recordarlos, la noche de los silencios, la noches de las risas y el humo, aquellos días de calor en el frente, en la noche de nuestro pasado que nunca tuvo tiempo de tornarse amarillo.
Otra vez en la encrucijada de mi acostumbrada vigilia El silencio reverberando en lugar de tu compañía atemporal y como siempre, desde mi balcón, agito la copa vacía Pero tu ausencia no escucha los ecos de este momento ideal Tu soliloquio escurre las palabras que espero con demasía Sigues postergando mi estadía junto a tu sitial Porque nuestra geografía se vuelve distancia imposible de franquear Está fraguada por linderos y mares de ansiedad Se devela que no hay atajos, ni recodos para quien no quiere llegar Demuestra ese hábito tu mirada al virar lejos de mi soledad Siempre a paisajes ajenos a mi sabana suele vislumbrar Incuestionablemente la cuestión suele aflorar ¿no hace mella mi letanía en tu individualidad? ¿No acorta los pasos mi verborragia ensimismada al gritar? No queda más que hacia atrás empezar a marchar en soledad Devolver los pasos, que, aunque perdidos, sus huellas algo nos deberán enseñar
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