Vaya a saber el tiempo de las noches aquellas que nunca borraremos de nuestra piel en la inmensa quietud de los días venideros, la nostalgia salvaje consume la vida de sal, las mañanas amargas sin el sabor del destilo amargo De tu piel, ayer fue, hoy la melancolía de los sentidos, que nunca fuiste ni seras, pero sabes, el tiempo es testigo, en vano, Noches, sábanas y días de sol , ¿para que los segundos pasan?, por qué la vida clama el sabor de tus labios, es quizás, la premura infinita de los lugares no visitados, las horas no malgastadas y el espacio olvidado en la mesa vacía de tus ojos oxidados por el tiempo finito
Otra vez en la encrucijada de mi acostumbrada vigilia El silencio reverberando en lugar de tu compañía atemporal y como siempre, desde mi balcón, agito la copa vacía Pero tu ausencia no escucha los ecos de este momento ideal Tu soliloquio escurre las palabras que espero con demasía Sigues postergando mi estadía junto a tu sitial Porque nuestra geografía se vuelve distancia imposible de franquear Está fraguada por linderos y mares de ansiedad Se devela que no hay atajos, ni recodos para quien no quiere llegar Demuestra ese hábito tu mirada al virar lejos de mi soledad Siempre a paisajes ajenos a mi sabana suele vislumbrar Incuestionablemente la cuestión suele aflorar ¿no hace mella mi letanía en tu individualidad? ¿No acorta los pasos mi verborragia ensimismada al gritar? No queda más que hacia atrás empezar a marchar en soledad Devolver los pasos, que, aunque perdidos, sus huellas algo nos deberán enseñar
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