Sin saber a quién recurrir devuelvo mis pasos hacia tu página de luz, en la que ojos cansados desdibujan el presente, encerrado, sin posibilidad de retórica, rebusco ente los rincones el manjar prohibido de la cordura, de la calma, solo doy con la fruta prohibida del conocimiento, en esta hora soy demencia callada, locura tenue, más básica...no sé con quién hablar, envuelto en el capullo del rencor desbarato mis alas, muero antes de nacer y revivo en el lodo, en la misma fosa de antes, no calmo el desespero, me quema el agua y alivia la sangre, no tengo con quién hablar, sólo conmigo..soy locura y demencia encerrado en barrotes de cristal, desaparezco las estrellas, encierro la noche y olvido la luna...para qué soñar me digo sólo soy ese mar que en el hastío golpea la roca que no cede el paso, más fácil sería buscar la salida en el ventanal y volver al plácido silencio de la penumbra eterna de la que venimos todos y a la que algún día volveremos.
Otra vez en la encrucijada de mi acostumbrada vigilia El silencio reverberando en lugar de tu compañía atemporal y como siempre, desde mi balcón, agito la copa vacía Pero tu ausencia no escucha los ecos de este momento ideal Tu soliloquio escurre las palabras que espero con demasía Sigues postergando mi estadía junto a tu sitial Porque nuestra geografía se vuelve distancia imposible de franquear Está fraguada por linderos y mares de ansiedad Se devela que no hay atajos, ni recodos para quien no quiere llegar Demuestra ese hábito tu mirada al virar lejos de mi soledad Siempre a paisajes ajenos a mi sabana suele vislumbrar Incuestionablemente la cuestión suele aflorar ¿no hace mella mi letanía en tu individualidad? ¿No acorta los pasos mi verborragia ensimismada al gritar? No queda más que hacia atrás empezar a marchar en soledad Devolver los pasos, que, aunque perdidos, sus huellas algo nos deberán enseñar
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