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El cenit de nuestras miradas

Te sienta bien el velo del silencio…

Porque ya no oculta la máscara de ese sentimiento 

El palpitar ambivalente que se asomaba en cada uno de nuestros encuentros

Si tu pensamiento no quería cuestionamiento alguno

Era mejor dejar pasar las horas en tu somier taciturno 

…No abrir excusas, dilatar angustias, salar heridas…

Buscar plegarias en sitios a oscuras para no ver las manos que rezaban ciegas en un mar de esperas

Que era mejor vagar por tu soliloquio, enfrascar la razón, cambiar de piel en cada estación 

Intransigente y cerrada, siempre enrevesada en el plexo de tu inmensidad 

La vanidad de ser tu profundidad, la de tu hermética poesía, la misma que será tu eternidad 

Alhajas de sal, quimera de cal, luces de bar, una estela de angustias en las dunas de nuestro mar…

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Para quien no quiere Llegar

Otra vez en la encrucijada de mi acostumbrada vigilia El silencio reverberando en lugar de tu compañía atemporal  y como siempre, desde mi balcón, agito la copa vacía Pero tu ausencia no escucha los ecos de este momento ideal  Tu soliloquio escurre las palabras que espero con demasía  Sigues postergando mi estadía junto a tu sitial    Porque nuestra geografía se vuelve distancia imposible de franquear Está fraguada por linderos y mares de ansiedad Se devela que no hay atajos, ni recodos para quien no quiere llegar Demuestra ese hábito tu mirada al virar lejos de mi soledad Siempre a paisajes ajenos a mi sabana suele vislumbrar Incuestionablemente la cuestión suele aflorar ¿no hace mella mi letanía en tu individualidad? ¿No acorta los pasos mi verborragia ensimismada al gritar?  No queda más que hacia atrás empezar a marchar en soledad Devolver los pasos, que, aunque perdidos, sus huellas algo nos deberán enseñar    

Neuquén

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