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Excusa

Se me olvidó apagar la luz, al salir de mi habitación, al despellejar mi vida antigua de esas paredes ahora enmohecidas, hace tanto tiempo que despegué la carne, que desollé la sal, y aún pensando en ese portal, el de madera que nunca quise dejar, hoy tengo el presentimiento de haber olvidado el foco incandescente de ese lugar ambivalente, era rojo, amarillo, era azul o ¿cambiaba con el frío?, lo irreal es que está encendido, olvidé apagar la luz, ya sabía yo que no debía volar, no debía cambiar la piel de mar...por esta costra de cal, una horrible masa de pétalos de agua salada, ¿será que nadie se entera que incandescente su fulgor ha de cesar?, debí fijarme mejor, fue el complicado proceso de muda de piel, eso de tomar lo más banal y como precaución arrojarlo al solar, que se tueste y no más, se me olvidó accionar le interruptor, allá está inerte, burlándose de mi, encendido e incandescente, sabiendo que no es algo trivial pero tampoco tan importante como lo fue escapar, pero allí está brillando y en mi pensamiento equivocado, la seguridad de haberlo apagado...olvidé apagar la luz, devolver pasos al nómada recorrido sólo por cerciorarme de extinguir este sonido, la brillante excusa de un foco encendido para regresar por mi piel perdida, a ese encierro de cuatros paredes y un portal, siempre abierto seduciendo mis ganas de escapar.

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Para quien no quiere Llegar

Otra vez en la encrucijada de mi acostumbrada vigilia El silencio reverberando en lugar de tu compañía atemporal  y como siempre, desde mi balcón, agito la copa vacía Pero tu ausencia no escucha los ecos de este momento ideal  Tu soliloquio escurre las palabras que espero con demasía  Sigues postergando mi estadía junto a tu sitial    Porque nuestra geografía se vuelve distancia imposible de franquear Está fraguada por linderos y mares de ansiedad Se devela que no hay atajos, ni recodos para quien no quiere llegar Demuestra ese hábito tu mirada al virar lejos de mi soledad Siempre a paisajes ajenos a mi sabana suele vislumbrar Incuestionablemente la cuestión suele aflorar ¿no hace mella mi letanía en tu individualidad? ¿No acorta los pasos mi verborragia ensimismada al gritar?  No queda más que hacia atrás empezar a marchar en soledad Devolver los pasos, que, aunque perdidos, sus huellas algo nos deberán enseñar    

Te mentí, me dejaste hacerlo

Hola habitación, por última vez saludo nuestro pasado, reverberan sonidos comunes a nuestro andar, la última vez que lo hacen, acá mi habitación camaleón se torna rojiza, esos tonos de traición, los rincones y los recuerdos, las paredes mudas aún, mi habitación dibuja mi estar, aquí y ahora en las ráfagas de angustia que desmoronan su paz, te saboreo por última vez antes de cerrar tu puerta, el ventanal donde dijimos tantas verdades, la nostalgia no es sólo mía y tú lo sabes, derramar las palabras como tantas veces me has visto hacerlo para ti hoy es un deleite ansiado, somos cómplices, refugio y refugiado, somos dos y uno en los recuerdos, el humo, los cigarros, las bebidas, los ungüentos, las horas malgastadas y las risas desperdigadas, tanto aquí en mi habitación, a la que hoy digo adiós, las paredes marchitas y los números de años dibujados en tu ausencia, al parecer nos quitan el uno al otro, marchita ya pareces, mi habitación camaleón, cambiabas de color cada vez que te lo anunci...

El silencio que te regalo

  Puede que mi silencio sea ensordecedor, sin embargo mis labios respiran suspiros que dejan estelas en la ausencia que tus ojos han surcado en mi estadía, porque las horas hablan de la ausencia y de ti Pero, esos destellos de remembranza solo hacen más pesadas las horas, las hacen de roca, pesadas, lentas...y la eternidad se dibuja en este mar de esperas, en esta hora cuando no quiero que se extinga la lumbre de tus pupilas. Con mi silencio te grito, cada día, hasta que tu decidas escribir, hasta que vacíes pensamientos en mi y el cántaro se rompa para colmar en un segundo todos los días de este erosivo silencio que mis labios han aprendido a pronunciar para ti.