Ir al contenido principal

El sabor de la noche

Ya había olvidado el sabor de la noche, incluso bebiéndola eternamente el paladar se puede engañar fácilmente lejos del umbral con aquella luz, esa que anunciaba el descanso, aún así, hoy después de escuchar el relato del sol, lanzar mi plegaria al viento esperando acuse de recibo en el otro extremo del espejo, me quedo con el sabor de la penumbra, de nuevo saboreo los anhelos de aquella etapa, la arrogancia vaciada en el cenicero, recuerdo con cada sorbo volver a desconocer el destino y vetar la nostalgia, es imposible, el frío de la tarde te recuerda que el sol no es el mismo, otra latitudes, otros golpes de lengua en el infinito espacio del desvarío de no pertenecer, la otra acera siempre en dirección errónea, pero aún así te saboreo, como si estuviese en mi habitación, esperando atinar otro desencuentro, como aquellos días de sal y sábila en infusiones de esperanza baldía, el humo, el aire de artificio, de nuevo sentado en el sofá, viviendo el hastío, partir y no volver, volver y no partir, no sería la decisión final pero sería una eterna promesa, cada gota rememora el alquitrán que hace ya tanto tiempo no toca mis labios, no lo añora, lo venera como algo que ocurrió atesora la experiencia y decide vivir en el sorbo que se desvanece en mi garganta, así se pasará otra noche más, otras horas perdidas sin importancia alguna, como efímeras volutas de humo pasando por el espacio sin que nadie se percate sin que el vecino lo delate, hoy sorbiendo la noche recuerdo que el velo de paz es muy fino y se rasga al más mínimo aroma de aquellas tardes de sol...se rompe y vuela como esas volutas de humo...pero se olvida de mi...se va...por el espacio anacrónico de estos roces estériles de pasos frío y rostros falsos, otro sorbo y el veneno hace efecto, se convierte en una dialéctica perversa entre el aquí y el allá, el sabor de la noche....ha quedado borrado.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Para quien no quiere Llegar

Otra vez en la encrucijada de mi acostumbrada vigilia El silencio reverberando en lugar de tu compañía atemporal  y como siempre, desde mi balcón, agito la copa vacía Pero tu ausencia no escucha los ecos de este momento ideal  Tu soliloquio escurre las palabras que espero con demasía  Sigues postergando mi estadía junto a tu sitial    Porque nuestra geografía se vuelve distancia imposible de franquear Está fraguada por linderos y mares de ansiedad Se devela que no hay atajos, ni recodos para quien no quiere llegar Demuestra ese hábito tu mirada al virar lejos de mi soledad Siempre a paisajes ajenos a mi sabana suele vislumbrar Incuestionablemente la cuestión suele aflorar ¿no hace mella mi letanía en tu individualidad? ¿No acorta los pasos mi verborragia ensimismada al gritar?  No queda más que hacia atrás empezar a marchar en soledad Devolver los pasos, que, aunque perdidos, sus huellas algo nos deberán enseñar    

Te mentí, me dejaste hacerlo

Hola habitación, por última vez saludo nuestro pasado, reverberan sonidos comunes a nuestro andar, la última vez que lo hacen, acá mi habitación camaleón se torna rojiza, esos tonos de traición, los rincones y los recuerdos, las paredes mudas aún, mi habitación dibuja mi estar, aquí y ahora en las ráfagas de angustia que desmoronan su paz, te saboreo por última vez antes de cerrar tu puerta, el ventanal donde dijimos tantas verdades, la nostalgia no es sólo mía y tú lo sabes, derramar las palabras como tantas veces me has visto hacerlo para ti hoy es un deleite ansiado, somos cómplices, refugio y refugiado, somos dos y uno en los recuerdos, el humo, los cigarros, las bebidas, los ungüentos, las horas malgastadas y las risas desperdigadas, tanto aquí en mi habitación, a la que hoy digo adiós, las paredes marchitas y los números de años dibujados en tu ausencia, al parecer nos quitan el uno al otro, marchita ya pareces, mi habitación camaleón, cambiabas de color cada vez que te lo anunci...

El silencio que te regalo

  Puede que mi silencio sea ensordecedor, sin embargo mis labios respiran suspiros que dejan estelas en la ausencia que tus ojos han surcado en mi estadía, porque las horas hablan de la ausencia y de ti Pero, esos destellos de remembranza solo hacen más pesadas las horas, las hacen de roca, pesadas, lentas...y la eternidad se dibuja en este mar de esperas, en esta hora cuando no quiero que se extinga la lumbre de tus pupilas. Con mi silencio te grito, cada día, hasta que tu decidas escribir, hasta que vacíes pensamientos en mi y el cántaro se rompa para colmar en un segundo todos los días de este erosivo silencio que mis labios han aprendido a pronunciar para ti.