Ayer reconocí en tu mirada, los vestigios del tiempo, la voz recobró el tono vivo de las noches prohibidas que no saben los días que alguna vez existieron, así pasó la vida, así a un año de nuestra despedida aún curioseo los callejones de nuestra historia, busco sonámbulo las miradas perdidas y resiento los besos que nunca se dieron, aún en el palpitar de una sonrisa, en estrechar la mano de un tiempo que no veía luz, así tu forma de ser aún no se ha ido, un que habría pasado eterno y una mira más, perdida entre mis recuerdos, allá tu con tu vida resplandeciente acá yo con mi historia naciente, apartados por banales prejuicios y dispuestos quizás a un concilio secreto, después las palabras atoradas en la garganta no consiguen sanar el desperdicio de noches salvadas por las horas del reloj y por la duda maldita de no querer pasar la vida en una celda vacía contemplando fotos marchitas y con miedo a volver a vivir.
Otra vez en la encrucijada de mi acostumbrada vigilia El silencio reverberando en lugar de tu compañía atemporal y como siempre, desde mi balcón, agito la copa vacía Pero tu ausencia no escucha los ecos de este momento ideal Tu soliloquio escurre las palabras que espero con demasía Sigues postergando mi estadía junto a tu sitial Porque nuestra geografía se vuelve distancia imposible de franquear Está fraguada por linderos y mares de ansiedad Se devela que no hay atajos, ni recodos para quien no quiere llegar Demuestra ese hábito tu mirada al virar lejos de mi soledad Siempre a paisajes ajenos a mi sabana suele vislumbrar Incuestionablemente la cuestión suele aflorar ¿no hace mella mi letanía en tu individualidad? ¿No acorta los pasos mi verborragia ensimismada al gritar? No queda más que hacia atrás empezar a marchar en soledad Devolver los pasos, que, aunque perdidos, sus huellas algo nos deberán enseñar
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