Ayer recordé que una esencia puede ser la antesala de mi nostalgia, me sumergí en el pensamiento de que somos la plusvalía del tiempo, todo ese excedente de recuerdos y sentimientos ajenos a él, los va depositando en nuestra línea de vida, dejándolo caer lentamente en nuestra memoria para que formen nuestros recuerdos, como una maleta de bagaje sin etiquetar caminamos a su lado, somos usados, y nos deja todo eso que debemos recordar y que a él le excede en su pasar, destila horas que vamos guardando en nuestro corazón, ese excedente forma nuestros días, da vida a nuestra melancolía, ayer recordé que esa esencia desata a mis pensamientos y hoy no puedo dejar de pensar que somos la plusvalía de su arduo caminar.
Otra vez en la encrucijada de mi acostumbrada vigilia El silencio reverberando en lugar de tu compañía atemporal y como siempre, desde mi balcón, agito la copa vacía Pero tu ausencia no escucha los ecos de este momento ideal Tu soliloquio escurre las palabras que espero con demasía Sigues postergando mi estadía junto a tu sitial Porque nuestra geografía se vuelve distancia imposible de franquear Está fraguada por linderos y mares de ansiedad Se devela que no hay atajos, ni recodos para quien no quiere llegar Demuestra ese hábito tu mirada al virar lejos de mi soledad Siempre a paisajes ajenos a mi sabana suele vislumbrar Incuestionablemente la cuestión suele aflorar ¿no hace mella mi letanía en tu individualidad? ¿No acorta los pasos mi verborragia ensimismada al gritar? No queda más que hacia atrás empezar a marchar en soledad Devolver los pasos, que, aunque perdidos, sus huellas algo nos deberán enseñar
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