Y si me derrumbo cada vez que tu esencia hace presencia en mi sacristía, la soledad abrumadora de tu soliloquio, la faceta triste de tu mirada, es veneno en mis venas, es alcohol santo de las noches prohibidas en esta estadía, solía soñar con tu mirada, al hacer presencia, mis palabras atiborradas en la garganta, verborrea cerebral en mi consciencia, noche de lujuria, noche de presagios en vano, nunca serás mía, nunca estarás en mi estadía, ¿por qué sigo buscándote?, ¿por qué debo desvelarme si no estás en mi vida?, loco ansío por una mirada furtiva, un desliz de tu inconsciencia, quizás una quimera de tus venas, ¿para qué busco perdido tus labios?, una reverberación inútil de mis noches promiscuas, no cesan, no dan paso a la ilusión venidera, aunque no lo sepas, soy cautivo de tu indiferencia.
Otra vez en la encrucijada de mi acostumbrada vigilia El silencio reverberando en lugar de tu compañía atemporal y como siempre, desde mi balcón, agito la copa vacía Pero tu ausencia no escucha los ecos de este momento ideal Tu soliloquio escurre las palabras que espero con demasía Sigues postergando mi estadía junto a tu sitial Porque nuestra geografía se vuelve distancia imposible de franquear Está fraguada por linderos y mares de ansiedad Se devela que no hay atajos, ni recodos para quien no quiere llegar Demuestra ese hábito tu mirada al virar lejos de mi soledad Siempre a paisajes ajenos a mi sabana suele vislumbrar Incuestionablemente la cuestión suele aflorar ¿no hace mella mi letanía en tu individualidad? ¿No acorta los pasos mi verborragia ensimismada al gritar? No queda más que hacia atrás empezar a marchar en soledad Devolver los pasos, que, aunque perdidos, sus huellas algo nos deberán enseñar
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