Eran horas de calor, el asfalto incendiaba las suelas, pero la felicidad en tu tierra era como la brisa del lago, la que nunca supimos valorar, la felicidad era el zaguán de tu avenida, el sudor de las mañanas insufribles y de las noches con aquel olor a libertad...como te extraño, hasta mis sueños te piden de vuelta...