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Mostrando las entradas de octubre, 2017

Allá voy de nuevo

Buscando la inspiración de nuevo en sonidos redundantes miserable la mirada que me devuelve el espejo la maldita desgracia de saber quien en realidad soy allá voy otra vez rodando en mil pedazos por la escalera de esta noche

A Falta de Despedidas

La memoria se revela en letras que no ha podido derramar entregó al olvido como declamar las horas Una despedida por miedo a ser olvidada no ha sabido conjugar Al peso del polvo sobre sus alas sigue sin recordar cómo olvidar amenaza su prepotente ilusión de permanecer acumula su plusvalía en los recovecos del presente ese que ha debido sacudir con un adiós y temerosa cierra los ojos a la espera del tiempo tan amargas a su lengua se rehúsa a combinar esas palabras secas ya las venas por el hastío         y ella tan altiva reniega su propia decadencia viste con harapos de segundos su glamur

Ramos de Soledad

Se le cansó el alma de arrastrar sus huesos Limpió de su solapa los imperdibles Y desplomado por el peso de las tangibles carnes Bajó los brazos    se rindió al andén de los espejismos Repartiendo ramos de soledad a los callejones de luz Quiso el cielo volver por la vacua ensenada Destilando gotas de vacío zigzagueaba las calles amanecidas Nunca las perdonó     y      sin embargo su ritmo tararea Dibujaban las horas en piedra lo tardío de su parecer   No le permitió la pesquisa del alma su tiempo y desvelaba la mirada aciaga a una quimera en madrugada para no volver a encausar su misma naturaleza ensimismada Ni permitir a la altanera paciencia cuestionar su hastío

Las tardes del sol

Claridad prófuga de ráfagas de luz Hirviente testigos de sonrisas sobrantes Acumula visitas en horas demoradas Después del toque la puerta azul La cena servida se enfría entre palabras Mínima relevancia al reflejo del tiempo Un mantel de hilos que ya no existen se llevó esos olores que a la tarde vestían Toda esa fantasía en la neblina de fotos perdidas                                                                             enmohecidas Es la mente que todo lo olvida dibujados en la retina momentos estáticos Un reloj arrastrando los escombros Desnuda al patio durante la cena Después de alzar vuelo la puerta escapa entre asombros Huye ardido el resquicio de esas fotos viejas 

SOÑÉ EN BOGOTÁ

Entre adoquines enmohecidos caminaba la noche, perdido el frío se acurrucaba en mis huesos, no conocía el cielo, no era mi ciudad de desvelos, faltaban las brisas y el marullo, desvarié en calles desconocidas derrapaba mi ilusión en nomenclaturas absurdas, las comprendía, tomaba en cuenta la quimera de esa vida, no conocía la lluvia ni la neblina, estaba aquí escribiendo sobre mi rutina, despedazada la fantasía de los abismales vacíos convertidos en pasajes de sol tardío así el agua borra los vestigios de ese calor infernal por las calles de asfalto mustio, para no volver pensaba, es la plegaria que al fin me despertaba, pero estaba aquí, seguí perdido entre vagones y caminos, los pies ardidos por falta calor, la piel expuesta al alma  un nervio de vapor errante entre la neblina densa y la bruma. Era Bogotá, las montañas y las promesas, la soledad de las calles atestadas estaba en mi quimera, pensé que esta ciudad era la mía, no lo era, no estaban las luces ni el ventanal, el