La mínima expresión de un sonido reverberante en esta sempiterna melancolía desdibujó el lindero de mí corazón hizo trizas la delgada línea de mí eterna timidez Y me convencí para arrastrar de mis arrabales esta prosa rota, como tus ojos y mis labios. Infinitas horas cómo piedra pasan Dibujan la plusvalía de este tiempo Y esta noche de soledad pristina advirtió la desidia de tu estar en mí sacristía como esas alhajas que ya nunca vestía, De marea alta y baja luna... inesperadas confesiones entre recesos de esta ansiedad inventada De honda respiración acelerada Sin tinta virgen Se me ocurre devolver al papel palabras Esa misma con la que hace un siglo te escribía Con trillada mirada en mi rostro cobarde... Como tu ya la conocías... Escudándome tras un enorme mar de lágrimas... ...a medio mundo de tu estadía, tan largo y ancho como esta cobardía mía. Tarde es en las horas de nuestras vidas, Se nos ha hecho una costumbre lejana regalarnos minutos,