Decidió no permanecer y olvidó los últimos dos besos que derramó en sus labios aquel extraño y misógino seductor de segunda, comprendiendo en un soplo de respiración de aquel vago mequetrefe que sería su inspiración futura como una musa anacrónica y lejana, pero se dejó llevar por la vida y le hizo caso a su libertad, en ese entonces las calles se mostraban más oscuras bajo la luna de una primavera enamorada de las huidas y anécdotas pasajeras de rutinas efímeras y atemporales, de esas que se cuentan en las casas maternas y se olvidan en los rincones mientras un beso prohibido es el protagonista de una madrugada de ensueños…vagando por las vidas sabiendo nada de mentiras, profeta falsa de nuevas aventuras místicas, era mentira, su verdad no existía, fue eso y nada más un espejismo a falta de mar, una caricia en la hora de soledad, fue ella y nunca será más.