Madrugada, repleta de viejos misterios decides invadir la noche, sabes bien la combinación para la secuencia inicial del alba, sabor a noche aún en tu piel madrugada, nuevas luces nuevo día, buenas suertes, malos ojos al sol, olor a brisa desvelada cabalga por tu espalda, aún sin ganas de matar la noche, madrugada, madrugada que peso traes a los párpados desvelados, aún te extraño, te recuerdo como un sueño pesado y angustioso, algo que nunca quise olvidar y que se ha quedado perdido en las páginas de este libro infinito, incapaz de encontrarte de nuevo madrugada, anuncias con cansancio la hora de vaciar las copas y llenar el cenicero, despiertas la nostalgia marcada en esas espaldas cansadas que regresan desveladas, adiós y hasta pronto, la sabiduría del alba eterno nunca fue tan amarga en mi copa quebrada, madrugada...
Te sienta bien el velo del silencio… Porque ya no oculta la máscara de ese sentimiento El palpitar ambivalente que se asomaba en cada uno de nuestros encuentros Si tu pensamiento no quería cuestionamiento alguno Era mejor dejar pasar las horas en tu somier taciturno …No abrir excusas, dilatar angustias, salar heridas… Buscar plegarias en sitios a oscuras para no ver las manos que rezaban ciegas en un mar de esperas Que era mejor vagar por tu soliloquio, enfrascar la razón, cambiar de piel en cada estación Intransigente y cerrada, siempre enrevesada en el plexo de tu inmensidad La vanidad de ser tu profundidad, la de tu hermética poesía, la misma que será tu eternidad Alhajas de sal, quimera de cal, luces de bar, una estela de angustias en las dunas de nuestro mar…
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