El pasar del tiempo en la noche de idilios prohibidos y de caricias clandestinas ocultas por la madrugada, ha mostrado que el sepia no es el tono de su predilección , sin embargo es pasado, quizás algunos días olvidados, monótonos, en espera de la caída del sol, las noches de lluvia que no permitieron la trascendencia de las horas furtivas que nos regalaba un nuevo anochecer, horas que en el futuro sería un presente de arrepentimientos, sin embargo allí están los momentos que pasaron y que debían pasar, estaban presentes en nuestros presentes por una razón, la vida era para vivirla y nada más... ocurrieron para agradecer a la noche poder disfrutarlos, para recordarlos, la noche de los silencios, la noches de las risas y el humo, aquellos días de calor en el frente, en la noche de nuestro pasado que nunca tuvo tiempo de tornarse amarillo.
Te sienta bien el velo del silencio… Porque ya no oculta la máscara de ese sentimiento El palpitar ambivalente que se asomaba en cada uno de nuestros encuentros Si tu pensamiento no quería cuestionamiento alguno Era mejor dejar pasar las horas en tu somier taciturno …No abrir excusas, dilatar angustias, salar heridas… Buscar plegarias en sitios a oscuras para no ver las manos que rezaban ciegas en un mar de esperas Que era mejor vagar por tu soliloquio, enfrascar la razón, cambiar de piel en cada estación Intransigente y cerrada, siempre enrevesada en el plexo de tu inmensidad La vanidad de ser tu profundidad, la de tu hermética poesía, la misma que será tu eternidad Alhajas de sal, quimera de cal, luces de bar, una estela de angustias en las dunas de nuestro mar…
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