Suave y lento el tiempo lleva las horas, las horas eternas, las de sol, el día de luna, la visita del destino, la noche de las estrellas, el fulgor de los ojos perdidos sobre las nubes del pasado, esa noche, la de la luna llena, la de las horas de piedra, cuando caía el sol a través de la ventana, el movimiento de las persianas, así de día y noche, un buzo en el espacio orbitando el aroma que dejaban tus pasos, la fragancia de mis años perdidos, la fragancia de la memoria oculta, el subconsciente de la plusvalía tardía, los recuerdos de las lágrimas, falsas, sinceras, de cartón...somos como el desperdicio de lo que quedaba en el pavimento de la soledad, más allá de la avenida, en la calle eterna de calor, la miel de los labios, el silbido del viento, deambulamos por el espacio real de lo que fue la fantasía de nuestros días venideros, porque no sabemos que depara el destino, el destino,de visita, ¿té o café?, la hora de la verdad, de noche nada más y así la memoria se apresura en guardar los momentos como momentos estáticos sin esperar que el tiempo decida lo que los pasos dirán más tarde.
Te sienta bien el velo del silencio… Porque ya no oculta la máscara de ese sentimiento El palpitar ambivalente que se asomaba en cada uno de nuestros encuentros Si tu pensamiento no quería cuestionamiento alguno Era mejor dejar pasar las horas en tu somier taciturno …No abrir excusas, dilatar angustias, salar heridas… Buscar plegarias en sitios a oscuras para no ver las manos que rezaban ciegas en un mar de esperas Que era mejor vagar por tu soliloquio, enfrascar la razón, cambiar de piel en cada estación Intransigente y cerrada, siempre enrevesada en el plexo de tu inmensidad La vanidad de ser tu profundidad, la de tu hermética poesía, la misma que será tu eternidad Alhajas de sal, quimera de cal, luces de bar, una estela de angustias en las dunas de nuestro mar…
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