Sin saber a quién recurrir devuelvo mis pasos hacia tu página de luz, en la que ojos cansados desdibujan el presente, encerrado, sin posibilidad de retórica, rebusco ente los rincones el manjar prohibido de la cordura, de la calma, solo doy con la fruta prohibida del conocimiento, en esta hora soy demencia callada, locura tenue, más básica...no sé con quién hablar, envuelto en el capullo del rencor desbarato mis alas, muero antes de nacer y revivo en el lodo, en la misma fosa de antes, no calmo el desespero, me quema el agua y alivia la sangre, no tengo con quién hablar, sólo conmigo..soy locura y demencia encerrado en barrotes de cristal, desaparezco las estrellas, encierro la noche y olvido la luna...para qué soñar me digo sólo soy ese mar que en el hastío golpea la roca que no cede el paso, más fácil sería buscar la salida en el ventanal y volver al plácido silencio de la penumbra eterna de la que venimos todos y a la que algún día volveremos.
Te sienta bien el velo del silencio… Porque ya no oculta la máscara de ese sentimiento El palpitar ambivalente que se asomaba en cada uno de nuestros encuentros Si tu pensamiento no quería cuestionamiento alguno Era mejor dejar pasar las horas en tu somier taciturno …No abrir excusas, dilatar angustias, salar heridas… Buscar plegarias en sitios a oscuras para no ver las manos que rezaban ciegas en un mar de esperas Que era mejor vagar por tu soliloquio, enfrascar la razón, cambiar de piel en cada estación Intransigente y cerrada, siempre enrevesada en el plexo de tu inmensidad La vanidad de ser tu profundidad, la de tu hermética poesía, la misma que será tu eternidad Alhajas de sal, quimera de cal, luces de bar, una estela de angustias en las dunas de nuestro mar…
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