Urgando el tiempo, escudriño los segundos derramados en el fondo, regando los granos de sus arenas, pasan los desvaríos y arrepentidos los sentimientos se preguntan como pasaron las horas inmersos en aquellos años de soledad hastia, ruedan los minutos del sol, la noche hace presencia, ha llegado cuán dama altiva, como la señora de los momentos de vida de sal, como la diva de los pesares y dueña de los besos robados en aquel arrabal, de la vida, de la suerte, por la ciudad y su asfalto ardiente de domingo por la tarde, en que las suelas solían derretirse con la risa de la madrugada, era distinta y tu y yo sabemos que fue así, en las casas, en los patios repletos de sombras, sigo en la tarea banal de recordar mi cama, el ventanal y las cenizas flotando en el aire de artificio, cuando pensamos que el tiempo era eterno, ahí en esos granos veo la cal, el ardor del sol...volví a mezclar la sangre con alcohol sólo con verme...adelante, bienvenido tiempo, saludos a la vida desesperada por entrar, paciencia que las horas se darán cuenta y empezaran a pasar...
Te sienta bien el velo del silencio… Porque ya no oculta la máscara de ese sentimiento El palpitar ambivalente que se asomaba en cada uno de nuestros encuentros Si tu pensamiento no quería cuestionamiento alguno Era mejor dejar pasar las horas en tu somier taciturno …No abrir excusas, dilatar angustias, salar heridas… Buscar plegarias en sitios a oscuras para no ver las manos que rezaban ciegas en un mar de esperas Que era mejor vagar por tu soliloquio, enfrascar la razón, cambiar de piel en cada estación Intransigente y cerrada, siempre enrevesada en el plexo de tu inmensidad La vanidad de ser tu profundidad, la de tu hermética poesía, la misma que será tu eternidad Alhajas de sal, quimera de cal, luces de bar, una estela de angustias en las dunas de nuestro mar…
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