Hoy me hacen falta más que nunca esos días en que podíamos ver esa luna sobre nuestras cabezas, una ciudad idílica, la noche eterna que nos prestaba sus horas para ver nuestras caras, hoy cuando el corazón está repleto de lluvia, una mano que pasara otro trago es tan vital, las risas que ya ni recuerdo y las voces que escuche tanto tiempo en mi memoria, hoy reverberan los ecos de su adiós, los llantos eternos que marcaron mi estadía en estas calles, los cigarros amargos de una buena melancolía y los amores ajenos que quedaron estampados en nuestros recuerdos, esos por los que tanto hablábamos y decíamos que no era para tanto, una mentira que me costó la libertad, un asfalto que aspiraba nuestras suelas y las falsas sombras de la noche nos daban protección a nuestros miedos, una buena charla filosófica, una nueva razón para esperar esa noche, noche de actitudes, de ser los primeros a esas fiestas que nunca nos invitaron y que supimos disfrutar como nunca, hoy se añejan aún más esos viejos tiempos, hoy se pierden en las gavetas las fotografías que muestran lo que fui, hoy necesito aquella noche, hoy ansío esos pasos que tan cansado me dejaban, lo peor es que nunca tuve esa foto que tanto quise y que estaría ahora colgada en esa pared que escuchó tantos desamores y tantas risas que alegraron la noche tardía un día de verano, eterno remordimiento, de haber destrozado las puertas de no saber que luego dolería más que tu partida, algunos tan lejos, otros tan cerca, hoy, simplemente hoy, hacen falta los viejos tiempos...
Te sienta bien el velo del silencio… Porque ya no oculta la máscara de ese sentimiento El palpitar ambivalente que se asomaba en cada uno de nuestros encuentros Si tu pensamiento no quería cuestionamiento alguno Era mejor dejar pasar las horas en tu somier taciturno …No abrir excusas, dilatar angustias, salar heridas… Buscar plegarias en sitios a oscuras para no ver las manos que rezaban ciegas en un mar de esperas Que era mejor vagar por tu soliloquio, enfrascar la razón, cambiar de piel en cada estación Intransigente y cerrada, siempre enrevesada en el plexo de tu inmensidad La vanidad de ser tu profundidad, la de tu hermética poesía, la misma que será tu eternidad Alhajas de sal, quimera de cal, luces de bar, una estela de angustias en las dunas de nuestro mar…
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