Escasos vasos vacíos, testigos de penas ya marchitas que reverberan en mis venas, se adhieren a las paredes de mi inconsciente, resuenan y vibran, un sonido aterrador que trae la luz del día, la hora de despertar y oler la verdad, ya los vasos vacíos emanan el aroma del alcohol no más, un mero pretexto para ahuyentar esas penas con dos gotas de alquitrán y una buena calada de consciencia, ahumados los sentimientos nos disponemos a marchar hacia el vacío del día, obscuridad, fracasos y desdicha pueblan las calles de mi ciudad, espantado por recuerdos vívidos que ya no volverán, la piel de aquellos tiempos se marchita cada vez más con este sol inclemente de horas banales que distraen a la noche,soy tu fantasma, el que te ahuyenta, ese mismo al que buscaste y vaga por las calles de tu indiferencia, el que te incomoda en la noche, el que ahuyenta tus ganas, ese mismo que deseas erradicar, tu cruz...
Te sienta bien el velo del silencio… Porque ya no oculta la máscara de ese sentimiento El palpitar ambivalente que se asomaba en cada uno de nuestros encuentros Si tu pensamiento no quería cuestionamiento alguno Era mejor dejar pasar las horas en tu somier taciturno …No abrir excusas, dilatar angustias, salar heridas… Buscar plegarias en sitios a oscuras para no ver las manos que rezaban ciegas en un mar de esperas Que era mejor vagar por tu soliloquio, enfrascar la razón, cambiar de piel en cada estación Intransigente y cerrada, siempre enrevesada en el plexo de tu inmensidad La vanidad de ser tu profundidad, la de tu hermética poesía, la misma que será tu eternidad Alhajas de sal, quimera de cal, luces de bar, una estela de angustias en las dunas de nuestro mar…
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