Se me va pasando el tiempo, entre idilios y rencores, bocanadas y tragos, el mismo veneno de la noche, de saber el camino desdibujado, de conocer las horas pasadas el futuro seguro decidiría asomar su rostro en la dirección contraria del umbral pesado de piedra mustia, por el cálido olor a piel quemada, por el sol inclemente de las tardes inertes, ahí en el patio de los recuerdos, el sol y el agua, el limón y la sal, las sillas blancas que cortan nuestras piernas, la marea de risa que anuncia la nostalgia y melancolía, cuando se iba el día, bajaba la noche, aún fresco el clamor de los anhelos, reverberaba la antesala de los sueños, no quería dormir, ¿para qué?, aquí y ahora, allá y entonces, igual las horas de piedra caen en los arrabales del destino, en la música sombría del tic y el tac del reloj etéreo, del falso tiempo, pesados los recuerdos, se va pasando el tiempo, encoge y estira, arroja la plusvalía, se deviene la verdad dibujada en números superfluos, así se me va pasando el tiempo, entre idilios y rencores bocanadas y tragos...
Te sienta bien el velo del silencio… Porque ya no oculta la máscara de ese sentimiento El palpitar ambivalente que se asomaba en cada uno de nuestros encuentros Si tu pensamiento no quería cuestionamiento alguno Era mejor dejar pasar las horas en tu somier taciturno …No abrir excusas, dilatar angustias, salar heridas… Buscar plegarias en sitios a oscuras para no ver las manos que rezaban ciegas en un mar de esperas Que era mejor vagar por tu soliloquio, enfrascar la razón, cambiar de piel en cada estación Intransigente y cerrada, siempre enrevesada en el plexo de tu inmensidad La vanidad de ser tu profundidad, la de tu hermética poesía, la misma que será tu eternidad Alhajas de sal, quimera de cal, luces de bar, una estela de angustias en las dunas de nuestro mar…
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