Aquí y ahora las viejas cartas rotas sobre la mesa y un olor a sepia deambula por la habitación principal, sí, la misma del ventanal, allí en la alfombra descansan las horas de piedra que caían con nuestras carcajadas, son la huella indeleble de momentos estáticos y ahora llenos de ceniza, justo detrás de la colcha se encuentra nuestro primer beso, descansa bajo almohadas perdido entre nuestros deseos, desperdigados los sueños que escribimos en el sol, ausentes los nervios y las mentiras, se perdieron entre la rutina, que acumulada en la esquina aún sigue descomponiendo el paisaje de nuestras vidas, el sillón dónde comimos, el olor al perfume del vaticinio, las cartas vuelan de la mesa a la puerta, el umbral dónde nos despedimos, tratan de revivir nuestra historia de vida, así se destilan los días de sol y las noches de luna, pasan de nuevo por el ojal del tiempo, todo estático y en el mismo lugar que lo dejamos, ahí en nuestra pieza, las losas se quedan marchitas, mientras se cierra l...