Se acaba el tiempo, mi tiempo de ceniza, víctima de malas horas y desencajadas avaricias, sabelotodo maldito, destino juegas sucio, aquí aparecen los ases bajo tus mangas, mi risa rota en la mitad del cielo amarillo de fotografías marchitas en las gavetas olvidadas por los creadores y sus manos jóvenes que nunca decidieron sacar al sol los recuerdos prematuros, así de insólito se reflejan las miradas en playas de lágrimas de cristal, en su fondo barcos de piedras anuncian los naufragios sombríos de cada etapa de mi estadía en este desierto de tierra y sal, cal amarga que quema la piel del tiempo, lo desvanece y añora cada vez más el agua prohibida de la razón y las noches de paz que le robaba su destino, se quedaba con madrugadas de humo y perfume dulce de frutas destrozadas en el suelo, como el malgasto de excesos desmedidos que ahora forman parte de un rompe cabeza podrido y que deja un olor a nostalgia no tan dulce como esperaba al caer esa noche, en el sofá, en las estrellas...
Te sienta bien el velo del silencio… Porque ya no oculta la máscara de ese sentimiento El palpitar ambivalente que se asomaba en cada uno de nuestros encuentros Si tu pensamiento no quería cuestionamiento alguno Era mejor dejar pasar las horas en tu somier taciturno …No abrir excusas, dilatar angustias, salar heridas… Buscar plegarias en sitios a oscuras para no ver las manos que rezaban ciegas en un mar de esperas Que era mejor vagar por tu soliloquio, enfrascar la razón, cambiar de piel en cada estación Intransigente y cerrada, siempre enrevesada en el plexo de tu inmensidad La vanidad de ser tu profundidad, la de tu hermética poesía, la misma que será tu eternidad Alhajas de sal, quimera de cal, luces de bar, una estela de angustias en las dunas de nuestro mar…
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